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Cualquier aficionado al mundo de las Road Races tiene grabada a fuego en su memoria la fecha del 15 de mayo de 2008. Aquel día, el hermano pequeño del mítico Joey Dunlop, Robert, perdió la vida en uno de los entrenamientos libres de la North West 200, en la categoría de 250 cc, donde también corrían sus dos hijos, William y Dunlop. Tenía 47 años.
Lejos de consumirse por el dolor de la muerte de su padre, los hermanos Dunlop no dudaron en subirse a sus motos sólo 48 horas después para honrar la memoria de Robert. Fue en la carrera de 250 cc de la North West 200, una prueba que el hermano mayor, William, no pudo disputar finalmente tras sufrir un problema en su moto durante el warm-up. Michael, el pequeño, sí pudo tomar parte en la salida, y terminó ganando la que ha sido, sin duda, la carrera más emotiva de toda su trayectoria deportiva.
Ahora, el 13 veces campeón del TT de la Isla de Man ha decidido contar en su último libro 'Road Racer, it´s in my blood' todos los sucesos que acontecieron en aquel fatídico 15 de mayo 2008, una fecha que marca un antes y un después en la historia de la familia Dunlop y que podemos conocer gracias al extracto publicado por el Belfast Telegraph en su página web.
El texto comienza con Dunlop poniendo en situación al lector sobre aquel día: "Fuimos a la North West 200 a mediados de mayo. Los tres nos pusimos en marcha esa semana como rivales. Yo, William y mi padre. Los tres estábamos en la misma carrera, la de 250. La gente apostaba a que ganaría mi padre. Llegó el entrenamiento del jueves. Por algún motivo hubo un retraso y finalmente todo se puso en marcha sobre las ocho. Ya era tarde para lo que estábamos acostumbrados. No estaba seguro de si podríamos hacer toda la sesión. Como se vio después, no lo hicimos".
"Nos dividimos en grupos de acuerdo a nuestra experiencia. William, mi padre y Darren Burns, si la memoria no me falla, salieron los primeros. William rompió motor en University Corner, así que se quedaron los dos solos. Yo estaba uno o dos grupos por detrás. Iba bien en mi primera vuelta cuando llegué a la rotonda de Ballysally".
"Estaba centrado en mi moto y en el asfalto, pensando en mis cosas, cuando de repente veo a los comisarios agitando las banderas rojas. Eso no es bueno. En ese momento sabes que ha pasado algo. A veces bajo bandera roja te dicen que te quedes donde estás. Otras veces puedes ir por ahí hasta el pit lane y pararte allí. En esta ocasión nos hicieron señas para seguir lentamente".
"Sólo cuando llego a Mather’s Cross es cuando veo que pasa algo. Puedo ver en la distancia que hay una moto en la carretera, en realidad trozos de una moto. Y pienso, joder, algo ha pasado aquí. A medida que me acerco veo a un hombre tumbado al lado de lo que queda de la moto. Voy incluso más despacio, y me acerco lentamente a la escena".
"Fue entonces cuando me di cuenta. Es cuando me golpea. El hombre que yacía junto a la moto destrozada es mi padre. Y no se mueve. Mierda, mierda, estás volando por la adrenalina y eso es todo lo que tu cerebro puede asimilar. Grité en alto, tiré mi moto contra un fardo de heno y corrí hacia mi padre. Estaba solo. No había nadie con él todavía. Pero al menos estaba vivo".
"Todo está un poco borroso. Recuerdo que intenté quitarle el casco. Pude ver que le costaba respirar. Me hacía señales de que le dolía. Le cogí de la mano y le dije: "Estoy aquí, vas a estar bien". ¿Pero qué cojones sabía yo? No soy un médico, odio los hospitales".
"Levanté la vista y vi dos motos rugiendo hacia nosotros. Eran el doctor John Hinds [que se mató en la moto en una carrera en julio de 2015] y su compañero el doctor Fred MacSorley. Uno no puede desear una mejor atención médica que la que ofrecen estos tíos. Me quedé justo donde estaba hasta que ellos asumieron el control, entonces di 10 pasos o así hacia atrás para darles el espacio que necesitaban. Era el 15 de mayo de 2008. Y estaba viendo morir a mi padre, sólo que yo no lo sabía".
"Todo el mundo piensa que su padre es indestructible. Yo sabía que el mío lo era. Ya lo había demostrado lo suficiente. El tío era Robocop, no hay duda. Tan mal como se le veía sobre el suelo -y había sangre por todas partes-, yo estaba convencido de que saldría adelante. Siempre lo hizo. El tío era como un boomerang. Pude ver lo serio que era todo, pero puedes engañar a tu mente pensando que todo está bien hasta que alguien te dice lo contrario. Y eso es lo que hice".
"Se me hizo eterno hasta que las dos ambulancias llegaron para atender a mi padre y al otro piloto involucrado. Los médicos subieron con ellos. A mí no me invitaron a subir ni tampoco se lo pedí. No quería distracciones, quería toda su concentración para ayudar a mi padre a luchar por su vida".
"Me he caído de la moto muchas veces, y a veces me he hecho daño. Pero ninguna de mis heridas duele más que verme ahí de pie impotente viendo a ese hombre sufrir tanto dalor. Olvidé dónde estaba. En este punto el cuerpo humano es una cosa maravillosa, porque por fuera me mantenía unido, pero por dentro estaba en shock, asustado, totalmente agotado, vacío de emociones o de energía. Me había apagado".
"Lo siguiente que recuerdo con certeza es llegar al hospital de Coleraine que está a unos 10 minutos del circuito. Salí del coche, todavía llevaba el mono. William estaba andando hacia la entrada cuando llegué. Le seguí y una enfermera nos dijo que mi padre había sido llevado directamente a cirugía. También nos dijo que habían avisado a mi madre. 'Sería mejor que hubieses llamado a mi abuela', le dije. Fue una respuesta de piloto automático. 'Sí, ya lo hemos hecho. No se preocupe'".
"Nos llevó a una pequeña sala de espera, pero miré hacía ese espacio pequeño y confinado y pense: 'Estos cuatro muros no van a ser de ayuda'. Necesitaba estar fuera. William llegó antes que yo. Tenía a un par de amigos con él, yo estaba solo. Me quedé donde estaba durante un rato y él hizo lo mismo. No nos dijimos nada. ¿Qué puedes decir? No había palabras. Tenía la mirada vacía, como yo. Uno se pregunta ahora, mirando hacia atrás, por qué no le abracé o le dije algo, pero no estábamos bien. Las luces estaba encendidas pero no había ningún cabrón en la casa".
"Podría haber estado ahí segundos, minutos u horas, cuando la puerta se abrió y entró el médico. En cuanto le vi, sabía lo que iba a decir. Lo sabes por su expresión. Su boca se estaba moviendo pero tú realmente no escuchas lo que dice, porque no importa. No es necesario que diga ninguna palabra porque lo has entendido todo con su cara. Volvió dentro y yo me quedé ahí como una estatua. ¿Qué más podía hacer? Mi padre, mi mejor amigo, mi héroe, había muerto".
Tras conocer la muerte de su padre, los hermanos Dunlop tenían clara una cosa: el sábado se subirían a sus motos para correr la North West 200 en memoria de su padre. Sin embargo, la organización no se lo puso fácil, tal y como explica Michael en el libro: "El sábado yo ya había tomado una decisión. Pero no era el único que lo había hecho. Recuerdo llegar al circuito y decirnos los organizadores que no querían que corriésemos. Los comisarios se habían reunido y decidieron que mentalmente no éramos aptos para controlar un vehículo. El director de la carrera vino y nos habló como si fuésemos niños".
"No me lo podía creer. ¿Estás bromeando? Mi padre ha muerto en ese circuito. Tiene el récord de victorias en este puto agujero. Le has preguntado a mi madre si había que cancelarlo por respeto y ella te ha dado su permiso para seguir adelante. Hoy voy a correr y aquí termina todo. No creo que él fuese mi mayor fan antes de eso, y definitivamente tampoco después. Se mantuvo firme. No íbamos acorrer bajo su supervisión, fin de la historia. Quería darle un puñetazo, en serio. Es lo más emocional que podría haber hecho, pero lo que no sabía es que el asunto ya estaba fuera de sus manos".
"Mientras discutía con el director, Norman y Armand [los dueños de la moto de Michael] estaban empujando a todo el mundo fuera de la carretera y colocando la Honda en parrilla. Todo el munto estaba cerca, ofreciendo sus condolencias, haciéndonos ver que estaban pensando en mi padre y mi familia. Y eso puso a los comisarios en una situación comprometida. Ya nos habían expulsado, pero sabían que si se ponían pesados e intentaban sacar las motos de la parrilla, habría un motín".
Así celebró Michael Dunlop su victoria 48 horas después de ver morir a su padre
"Finalmente sonó la sirena, me subí a la moto y me puse el casco. El silencio era ensordecedor, es algo bonito. Toda la mierda desapareció. Es como si alguien simplemente me hubiese quitado todo el peso de mis hombros. Es como si hubiese recibido una inyección de anestesia general. Todo se desvaneció, el drama había acabado. Sólo quería empezar el warm-up".
Durante la vuelta de calentamiento, su hermano William tuvo que retirarse tras sufrir una nueva rotura de motor, dejando a Michael como el único representante del apellido Dunlop en parrilla. A pesar de ser el pequeño, a pesar de su inexperiencia, a pesar de sus 19 años de edad, Michael acabó ganando la carrera.
"Lo cierto es que no tengo recuerdos. Puedes ver la carrera online o en DVD. Es la única forma que tengo de saber lo que pasó. No recuerdo nada hasta la última vuelta. Cero, nada. Estoy ahí sentado, sin hacer nada. Nunca había corrido así. Estaba en piloto automático. Creo que ni siquiera me di cuenta de cuando pasé por Mather’s Cross. Si lo hice, no lo recuerdo. Mi padre estaba en mi cabeza, en mi corazón. Así es como lo recuerdo. No le recuerdo tumbado al lado de la carretera. Lo que sí que sé es que gané. Lo estaba haciendo por él. Todo lo que he hecho en mi vida es por él".